Califiquen a Gustavo Petro por sus actuaciones

Las leyes que rigen en un Estado de Derecho imponen las reglas del juego democrático y, consecuentemente, permiten una convivencia ordenada y en paz. Todos los ciudadanos, sin excepción, están obligados a cumplirlas. En Colombia, entre otras, encontramos los artículos 40 y 270 de la Constitución Política que reconocen el derecho fundamental a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político y las formas y los sistemas de participación ciudadana, así como la normativa que regula el debate electoral, incluido el calendario electoral, disposiciones que en su conjunto existen para permitir la transparencia y equilibrio en las jornadas electorales, de donde quien pretenda ser el sucesor del Presidente de la República debe dar ejemplo de cumplimiento y acatarlas rigurosamente.

En cada elección, que idealmente deberían unificar a las nacionales para Congreso de la República con las regionales para Asambleas y Concejos municipales, siempre precede la expedición del decreto correspondiente para la conservación del orden público y ahora, de seguro debe incluir, prevenir y acatar todas las normas de salubridad ante la pandemia de coronavirus.

Para las elecciones presidenciales próximas, cuya primera vuelta tendrá lugar el 29  de mayo de 2022, según se estableció en el calendario electoral adoptado en la Resolución 4371, expedida en mayo 18 del presente año, se estableció el día 29 de enero de 2022, 4 meses antes, como fecha de inicio de la campaña presidencial.

No obstante, el candidato de “Colombia Humana”, vocero del llamado “Pacto histórico” resolvió por sí y para sí comenzar su campaña desde ya. A través de los medios de comunicación los colombianos hemos sido enterados que, además, de la convocatoria en Barranquilla el 10 de septiembre del año en curso, ha llevado a cabo otras dos manifestaciones con esa finalidad, la primera de ellas el 21 de octubre en la ciudad de Cartagena la que, en forma errada y al parecer discriminatoria, se denominó “manifestación del poder negro”, disque, para gritar al lado de Benkos Biohó, asesino de Bojacá (porque no existen ex asesinos),   “Libertad”. La otra, en Ibagué el pasado 24 de octubre, jornada iniciada en la Asamblea Departamental en donde Gustavo Petro reinvindicó indebidamente el Acuerdo sobre lo fundamental de Álvaro Gómez Hurtado (Q.E.P.D.), para luego, al lado del senador Luis Fernando Velasco, presidir la manifestación en el parque Murillo.

Sí es tan claro que solo a partir del 29 de enero del próximo año pueden dar comienzo las campañas políticas, cabe preguntarse ¿Porqué el señor Gustavo Petro incumple esa regla?  ¿Porqué se le permite a Gustavo Petro estar por encima de la legislación colombiana, rompiendo la transparencia y equilibrio que debe tener la contienda electoral?

El Consejo Nacional Electoral y los otros organismos de control, en particular la Procuraduría, en ejercicio de sus poderes deben asumir la investigación de oficio que les compete, ante la evidente y notoria participación en mítines políticos no permitidos que irrumpen y desestabilizan el juego democrático, para juzgar esa conducta y adoptar de inmediato las medidas que correspondan respecto al infractor de marras.

Pero no sólo como hecho notorio está comprobada esa violación a las normas electorales vigentes que preceden cualquier elección,  sino que, además, es por completo procedente ocuparse y llegado el caso también aperturarle proceso, por las recientes declaraciones del ex agente de inteligencia del gobierno Chávez,  Hugo Carvajal, más conocido con el apodo del Pollo Carvajal, entregadas a la Audiencia Nacional de España, de quien ya se acordó hacer efectiva su extradición  a los Estados Unidos de América, y que recogieron destacados medios periodísticos internacionales,  como el País y ABC .

Según esas declaraciones y en particular lo referente a las financiaciones que el chavismo efectuó a candidatos y partidos en distintos países, entre los que mencionó a Cristina Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Lula Da Silva en Brasil, Fernando Lugo en Paraguay, Vicente Humala en el Perú, Luis  Zelaya en Honduras, el Partido Podemos en España,  Circo Soles en Italia, no podía faltar el amigo de todos ellos,  partidarios y defensores del Socialismo del Siglo XXI, Gustavo Petro, en Colombia.

Este personaje sabe y procura anticiparse al tsunami que deben causar tremendas acusaciones. Salió a desmentirlas y a indicar que no conoce al pollo Carvajal, cosa que poco importa, pues lo grave son los dineros que, se dice, beneficiaron su campaña pasada electoral.  Testimonio que coincide con un antecedente que no se puede ignorar, lo informado por el propio Diosdado Cabello quien expresó que el señor Gustavo Petro concurrió al vecino país a pedir apoyo financiero, a quien trató de guabinoso, término que en Venezuela significa: “Calificativo del que evade compromisos y no tiene firmeza para tomar decisiones ni asume responsabilidades. Personas que no cumplen con su palabra. Gente por lo general impuntual e irresponsable que solo piensa en si mismo desvalorando a los demás. Individuos que viven una constante dualidad entre lo que dicen y sus acciones convirtiéndose en seres impredecibles no merecedores de confianza, por lo general nadie los toma en serio”.

No puedo concluir sin recordar que el archivo de la investigación penal, en el asunto gravísimo del video de las bolsas en el que se registra a Gustavo Petro recibiendo dinero contante y sonante, tuvo por fundamento la aplicación de la figura de la prescripción, pues, consideró la Corte Suprema de Justicia que ese ingreso de caudales fue para la campaña de 2006, que no para la reciente de 2018, como sí se infería de la declaración del arquitecto manizaleño Simón Vélez, inferencia que, ante las declaraciones del Pollo Carvajal y las manifestaciones de Diosdado Cabello, siembran en los colombianos de bien una seria y fundada duda de la oportunidad en la cual le fueron entregados esos dineros y de la procedencia de los fondos que utiliza el referido precandidato para efectuar su campaña política, fragmentando los cánones de la contienda electoral y por esa vía llevando al traste la convivencia ordenada y en paz que debe reinar en nuestra sociedad. Oportuno es citar lo dicho por Nassin Nicholas Taleb “Tu deber es gritar las verdades que solo se sussurran”.

Pildorita. Aunque todo es posible en Colombia, nos adelantamos a decir que pese a las voces, por conocidas razones, para que la JEP asuma el conocimiento del caso del detenido narcotraficante Dairo Antonio Usaga, más conocido con el alias de  Otoniel, la mencionada autoridad judicial carece totalmente de competencia para así proceder, dado que el Acuerdo no cubre a los narcotraficantes, como tampoco cobija a quienes delinquieran después de diciembre de 2016. Roguemos que no ocurra al igual que sucedió en el pasado con algún miembro de la Farc y que la CSJ actúe con celeridad respecto a la solicitud de los Estados Unidos para su extradición. Esperamos ansiosos todos los colombiano ver con el overol naranja de los presidiarios en el país del norte a este temible criminal que dirigía el Clan del Golfo.

Ahora el caos es electoral

En verdad, resulta inquietante y preocupante el caos que vive nuestro país. La división de poderes, propia de los Estados de derecho y democráticos está “refundida”, la Rama Judicial se arroga competencias del legislativo, y por ese camino ejemplariza vías para que el legislativo haga lo propio con las facultades del ejecutivo, basta ver la aprobación del Senado para la normalización de las relaciones con Venezuela, asunto propio del Ejecutivo según lo previsto en el artículo 189 de nuestra Constitución Política; o a la Corte Constitucional otorgando personería jurídica a partidos políticos, facultad otorgada por los artículos 108 y 265 de la Carta Fundamental al Consejo Nacional Electoral

Desorganización que también se evidencia ante las precipitadas y oportunistas declaraciones que, sin mayores soportes, a mediados de la semana, emitió el  Registrador Nacional Dr. Alexander Vega Rocha, al señalar que no son confiables las cifras que la autoridad competente posee sobre la población y preguntar ¿Cómo explican que en el DANE somos cincuenta millones de habitantes y en la Registraduría, en el registro civil, somos cincuenta y cinco millones, dónde están los otros cinco millones de colombianos, (…)?, interrogante que reposadamente respondió el Doctor Juan Daniel Oviedo, Director de esa entidad,quien  luego de informar que desde 2017 vienen trabajando las dos entidades de manera articulada, afirmó “De los 60 millones de registros que tiene la Registraduría, hay unos 3,8 de millones de fallecidos y 3,5 de millones de marcas asociadas con cancelación. Es decir, a esos 60 millones de registro habría que restarle unas 11 millones de personas, dando los 49 millones de personas que certificó el DANE en 2018”, para concluir que el debate se debe dar con cifras.Surge un interrogante, ¿Porqué el Registrador Nacional cuestiona hasta ahora la estadística poblacional del DANE?

Cabe advertir a los lectores que desde 2017 entre las dos entidades tienen en marcha un convenio de cooperación, el identificado con el No. 02 de 2017, por lo que el cuestionamiento adquiere mayor relevancia.Es lo cierto que a 30 de junio de 2021 existen 51.049.498 habitantes certificados. Por su parte, el registro nacional en cabeza de la Registraduría, al 31 de diciembre de 2018, cuenta con 60.220.894 registros, de los que deben descontarse 3.724.619 números de identificación de personas fallecidas, 3.563.954 cancelados por errores en su expedición y 3.024.263 que viven por fuera del país, lo que hace que las cifras en poder del DANE sean consistentes y contesten la pregunta formulada por el Registrador. Con todo, el Director del DANE expresó que el censo del año 2018 no puede ser utilizado legalmente para los próximos comicios electores porque el Congreso de la República no aprobó el proyecto de ley que lo legalizaba, de donde el vigente es el de 1985.

No hay duda que el censo electoral es un instrumento clave para la transparencia del proceso electoral que se avecina, razón suficiente para que las sorpresivas declaraciones del Registrador aumenten la zozobraante la proximidad de las elecciones del 2022 para elegir en marzo el Congreso de la República y en mayo el sucesor del Doctor Iván Duque Márquez, inquietud que crece ante la falta de claridad sobre la ley que se aplicará en dichas elecciones. El 18 de diciembre del 2020, con 82 votos a favor y 20 en contra, en sesión plenaria mixta extraordinaria el Senado aprobó la proposición final del informe de Conciliación del proyecto de ley que buscaba reformar el Código Electoral, naciendo así la Ley Estatutaria del nuevo Código Nacional Electoral, el cual pasó, como corresponde, a control de la Corte Constitucional, que,a la fecha, no ha emitido su pronunciamiento, fallo que, quiérase o no, afecta la contienda electoral.

De impartirse aprobación al nuevo código entrarán a regir sustanciales cambios producto de la aplicación de nuevas tecnologías de identificación biométrica, la extensión de la verificación tecnológica de la huella dactilar y por supuesto se contará con otras nuevas formas en materia de registro, depuración de inscritos, demografía electoral, auditoría para contar con la trazabilidad y veracidad de los resultados y otras interesantes materias que serán a futuro objeto de una columna, pero que, necesariamente, influyen en el próximo debate electoral. 

Si a los anteriores factores se une el ilícito de compra de votos, no cabe duda, que reina el caos. Nuestro país, lamentablemente, ocupa el cuarto lugar en América Latina de mayor índice de compra de votos, según informe de transparencia internacional del 2019 

Hoy, con lo que está aconteciendo, se infiere que estamos frente a un completo salpicón que impone la consabida frase que donde no hay orden gobierna el caos. O, más aún, puede llegar a patentizarse elconsabido pensamiento que de antaño hizo carrera, “el que escruta elige”dando al traste con la democracia, lo que obliga a todos los colombianos a que propendamos por las garantías necesarias para que tengamos unas elecciones transparentes que respeten la voluntad del pueblo, como corresponde a un Estado Social de Derecho.

Pildorita: La salida del país del mal entonces denominado Canciller de las Farc   Rodrigo Granda a México y su deportación posterior, dejó conocer la vulnerabilidad de los permisos que concede la JEP para la salida del país de ciertos “personajes”, así como la necesidad de justicia que reclaman otras Naciones, como Paraguay, las que están vigilantes y a través de circular roja exigen que el presunto causante de hechos delictuosos responda, ya que en su país no rige el llamado “Acuerdo de Paz”. Deplorable que México no haya estado a la altura, como correspondía.

Bogotá, D.C. octubre 23 de 2021 

BERNARDO HENAO JARAMILLO 

Columnista de Opinión 

La amenaza de Gustavo Petro: expropiación

Abraham Lincoln expresó “Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”, pensamiento que resulta aplicable a lo sucedido al interior del Congreso de la República, en la Comisión Primera, hace tres días, cuando el senador Gustavo Petro sorprendió a los colombianos con una irrazonable propuesta, la compra de las tierras directamente del expresidente Uribe, único propietario que mencionó, utilizando, como siempre, un sofisma de darles un “uso productivo” y que en ellas se pueda “producir comida”.Valga indicar que, hasta donde se conoce, dichas propiedades, lícitamente adquiridas no están en venta.

El por qué de su planteamiento no tiene otro objetivo que reversar su caída en las encuestas, por lo quesólo atinó a tratar de reinventarse políticamente acudiendo al populismo que le es propio y a través del cual quiere alebrestar los ánimos, encausando el odio que acostumbra destilar, dejando conocer equivocadamente que la tierra dizque está en manos de un “pequeño grupo de personas” en un 70%,cuando la realidad es totalmente diferente. “Miente, miente, que algo queda” (Churchill), por lo que es importante desvirtuar esas manifestaciones inexactas y tendenciosas para que no logren el objetivo de desviar la verdad.

Basta señalar, por ejemplo, al autor Julián García en su texto Evolución de la Distribución de las Fincas Cafeteras. En hacía una regionalización de la caficultura colombiana precisa que “El análisis de los cambios ocurridos en la distribución del suelo entre el Censo Cafetero de 1970 y la Encuesta Nacional Cafetera (ENC) de 1993-1997 que a la par que el área de la zona cafetera pasaba de 4.4 millones de hectáreas en 1970 a 3.6 millones en 1997, el área cultivada con café se reducía de 1.05 millones de hectáreas a 869 mil. De manera paralela, en el mismo lapso, el número de fincas se incrementó de manera sorprendente, al pasar de 297 mil en 1970 a 668 mil en 1997. En consecuencia, el tamaño medio de las fincas cafeteras paso de 14.8 hectáreas a 5 hectáreas, mientras que el tamaño medio de los cafetales se redujo de 3.5 a 1.3 hectáreas”.

De otro lado, la afirmación del mencionado congresista no tiene sustento alguno, en cambio, ignora estadísticas en punto a la participación de la ganadería colombiana en el PIB Nacional.

Fedegan, gremio que aglutina los ganaderos, quienesbenefician a más de seiscientas mil familias en laexplotación lícita de sus tierras, indica: “las cifras recolectadas durante los ciclos de vacunación del Programa Nacional de Erradicación de la Fiebre Aftosa, arrojaron para 2016 un poco más de 512 mil predios con presencia de bovinos en el país. – Del total de predios, el 67.1% (343.523), tiene menos de 25 animales por predio. Dentro de este rango se inscribe la producción lechera minifundista de trópico alto, que se puede calificar como pequeña ganadería o ganadería de subsistencia inclusive, pues el 43.6% está en el rango de menos de 10 animales por predio.  El 31.5% de los predios alberga entre 26 y 500 animales por predio, de lo cual se puede inferir la existencia de una significativa clase media ganadera que ocupa 161.265 predios”.

Empero, no se refiere el congresista a los Resguardos Indígenas, los que hoy tienen 28.9 millones de hectáreas, en su gran mayoría improductiva,pretendiendo hacerse a más tierra, como sucede en el Cauca y en otras regiones del país, cercanas a la frontera con otros países. Esa cifra traduce que esos resguardos poseen el 25.3% de hectáreas del total nacional, cantidad muy superior a la que pretende comprarle al expresidente Uribe. Lo grave del asunto no es la gran cantidad de tierra en poder de las comunidades indígenas, sino que, por razones históricas por completo discutibles, además de no aportarle a la productividad del país, gozan deespeciales protecciones, entre ellas, son inalienables, imprescriptibles e inembargables y para aquellos que quizás no lo sepan, están exentas de la norma fiscal que se tiene en el resto del territorio nacional para los demás propietarios.

Es oportuno informarle al senador demagogo que el censo indígena del DANE 2019 dejó saber que hay una población de 1.9 millones de personas que se identifican en esa colectividad. Traducido en cifras, en la práctica, se concluye que sobre el total de tierra que tienen y poseen los resguardo le corresponden a cada indígena  15.1 hectárea, lo que significa que, en esos territorios asignados a esas comunidades administradas por sus Cabildos, se está por encima del indicador de tierra promedio para cada colombiano que es tan sólo de 1.8 hectáreas. ¿Será que también propone el mencionado candidato la adquisición de esas extensiones para darles un uso productivo?

Tanta labia engañosa de Gustavo Petro, para disfrazar de interés general su interés particular, lo llevó autilizar trajeadas frases como que la “mayoría de la tierra está en manos de un pequeño grupo de personas”, mensaje que llega por sus redes a tantos colombianos que o no tienen el tiempo o les da pereza documentarse sobre esas afirmaciones temerarias, para ver que no son realidad y que, por el contrario, dan paso a narrativas fake o falaces, que tanto daño le hacen a la democracia en nuestro país y en otros del hemisferio.  

Como se aprecia de la tenencia de hectáreas en la región cafetera, ganadera y de los resguardos indígenas la distribución de la tierra está en muchas manos y familias, pero lo que esos destinatarios del mensaje mentiroso deben es dar la lectura correcta al decir del sofista senador; su interés en el fondo es afectar el aparato productivo, perjudicar la producción agrícola y ganadera y, por supuesto, crear el caos económico para imponer su particular visión política.  Si de sana lógica se tratara su propuesta se ha debido encauzar hacia las tierras improductivas de los resguardos, el despojo por los grupos subversivos a los campesinos y su desplazamiento; pero no, su ideario, al igual que en vecinos países, es ponerle el ojo a las tierras trabajadas, fértiles y productivas, que generan positivos ingresos para la economía nacional.

Toda esa clase de manifestaciones son medidas y calculadas. Como lo destaca en el libro que por estos días lanzó, es innegable su amistad con Hugo Chávez, promotor de la política que hoy tiene en crisis a Venezuela. Sería menester repasar la revista Dinero del 27 de junio de 2003, cuando quedó claro que fungió como vocero y uno de los más cercanos asesores de Chávez en el nuevo modelo que se estaba gestando en Venezuela.

Despertemos, ese modelo llevó a dar curso a la expropiación de sus mejores bienes, tierras y desdeluego de su aparato productivo. La consigna del nuevo socialismo del siglo XXI, mal llamado progresismo, esla total pauperización del país, claro ejemplo es lo ocurrido en Venezuela, que ocasionó la migración de más de 6 millones de habitantes obligados a salir de su país para buscar medios de subsistencia para sí y para alimentar a los suyos e impedir que muriesen de hambre o se alimentaran de la basura, como ya se sabe acontece en el vecino país.

Lo realmente peligroso de Gustavo Petro no es que su discurso tenga adeptos, sino que éstos no se ilustren sobre la veracidad del mismo. Sin embargo, quienes nos oponemos a él y a sus propuestas nos fundamos en el convencimiento, por conocimiento, de que con él en el poder la economía y la democracia colombiana están más que en peligro, llegando hasta desaparecer como pasó en Venezuela. 

La amenaza que se cierne, entre otras, sobre la propiedad privada, nos impone unirnos en su defensa, al igual que seguiremos insistiendo en la urgente necesidad de adelantar el programa de aspersión aérea contra los cultivos ilícitos que superan las doscientas mil hectáreas en el territorio nacional y proveen los recursos a las distintas fuerzas desestabilizadores interesadas en afectar el agro nacional, sembrando caos y destrucción. Analicemos concienzudamente hoy quién nos debe gobernar, para no arrepentirnos en el mañana, cuando ya nada puede hacerse. 

Creo oportuno acompañar a esta columna el video de respuesta que se acaba de conocer entregó el expresidente Uribe el riesgo al que le expone el cobarde senador.

Bogotá, D.C. octubre 16 de 2021 

BERNARDO HENAO JARAMILLO 

Columnista de Opinión

Objetivo militar legítimo.

Debo iniciar esta columna formulando unas preguntas a mis lectores ¿Será verdad que al Senador Iván Cepeda le preocupa la suerte de los niños forzosamente reclutados por las guerrillas? ¿Conocen de alguna acción que el mencionado legislador haya realizado para la real y cierta entrega de los menores y jóvenes atrapados por la Farc, para cumplir con el compromiso que ese grupo insurgente firmó en el Acuerdo de Paz, en el cual Cepeda participó activamente? ¿O más bien será que fiel a su narrativa y en procura de deslegitimar a las Fuerzas Militares y legitimar las acciones de los actores armados anuncióque procedería a impulsar un nuevo control político y una denuncia internacional, en esta oportunidad al Ministro de la Defensa Dr. Diego Molano, por el exitoso operativo del pasado 18 de septiembre, adelantado en el Litoral San Juan, Departamento del Chocó, contra el Frente de Guerra Occidental del ELN que a la postre concluyó con la muerte del cabecilla conocido con el alias de “Fabián”?

Es claro que lo que el senador Cepeda pretende crear es un nuevo hecho político similar a aquel protagonizado en su momento en contra del entonces ministro de defensa Guillermo Botero, y por esa similar razón es que el congresista deja saber en su denuncia conocida esta semana que supuestamente el Ministro Molano no informó a la opinión del fallecimiento de menores, tres de ellos, dice, eran de 17 años y otro, al parecer de 13 años, pero oficialmente, al momento, no está comprobada e informada la edad de los subversivos abatidos. Por demás, creo, que de las operaciones militares no se informa, se comunica, lo que de suyo hace una diferencia, sólo que a quienes atormentan los resultados positivos de nuestro Ejército tercian por quienes cometen crimen de guerra, como está catalogada la vinculación, de cualquier forma, de menores de 18 años a conflictos armados.

En ese contexto, dicho congresista también acudió al Consejo de Seguridad de la ONU y ante el representante de la niñez UNICEF, para que “examinen las medidas a adoptar en el marco de su mandato”; al efecto les expresó: “Las operaciones militares que se han venido realizando en Colombia en zonas con un alto índice de reclutamiento de NNA se han hecho sin la aplicación de los principios del DIH: proporcionalidad, precaución, necesidad militar y humanidad. Es deber del Estado colombiano elegir medios de combate en la realización de operaciones militares que no ocasionen daños evitables a población civil y víctimas del conflicto, como lo son los niños y niñas víctimas de reclutamiento forzado”Concluyó, no extraña que así lo haga, pidiendo una visita al país para conocer de primera mano la terrible situación que enfrenta la niñez con ocasión del reclutamiento forzado y del tratamiento de guerra que han recibido por parte de las Fuerzas Militares”.

Necesario es advertir que a todos los colombianos de bien nos duele la utilización de los niños, niñas y jóvenes por los insurgentes, conducta totalmente reprochable y delictual. Sin embargo, tanto el propio gobierno y como la ciudadanía en general saben que la firma del Acuerdo de Paz de La Habana no disminuyó su reclutamiento. Así puede percibirse del informe que la Defensoría del Pueblo ha dado a conocer. Contrario a lo afirmado por el congresista,que el Gobierno Nacional se ha caracterizado por desconocer que esos menores sean víctimas de reclutamiento, se han lanzado programas para prevenir el reclutamiento y brindarles atención especializada a los menores rescatados en operaciones militares o que voluntariamente ingresan al programa, el cual lidera el ICBF.

Entonces, es lo cierto que en aplicación de lo previsto en el artículo 38 de la Convención sobre los Derechos del Niño, el que exhorta a los gobiernos a que tomen las medidas posibles a fin de velar que ningún niño participe en hostilidades, se ha procedido. Norma queestablece como edad mínima para que una persona participe directamente en un conflicto armado los 18 años, disposición absolutamente vulnerada por los actores armados, que no por las Fuerzas Militares.

Por ello, con claridad diamantina, como corresponde, el glorioso Ejército colombiano rechazó por completo el reclutamiento que hacen los subversivos del ELN calificándolo como crimen de guerra enfatizando que son ellos, de conformidad con el DIH, los llamados a responder por dicha conducta acorde con el artículo 51 numeral 7 del protocolo I de Ginebra de 1977 y lo contenido en el Estatuto de Roma (artículo 8 literal B del numeral 23).

Basta ya senador. Llegó el momento de cesar esas narrativas peligrosas y destructivas que se encargande fabricar y difundir ciertos sectores radicales enemigos de las FF.MM, de quienes, en cambio,nunca se conoce un acto rechazando los actos terroristas, ni propendiendo por el respeto a la autoridad  cuando les humillan y les impiden ejercer su actividad de control territorial en la que son hostigados y obligados a salir de determinada región o cabildo. La Fuerza Pública, por claro mandato constitucional estásiempre dispuesta a proteger a los ciudadanos y defender el territorio nacional. Los enemigos serán hoy, ayer y mañana, los alzados en armas, sin distingo alguno. El defensor y amigo es y lo será aquí y en cualquier otro lugar las Fuerzas Militares. 

Es evidente que lo pretendido por el senador escomplicar y enredar al gobierno de Iván Duque con su denuncia. Quiere, por supuesto, obtener réditospolíticos con el aprovechamiento de esa situación y lo que provoca es un grave daño y perjuicio a la institución militar y al gobierno en ejercicio y por esa vía a todos los colombianos. Si se preocupase realmente por los jóvenes fallecidos, mínimo reprocharía sinceramente su reclutamiento. Las organizaciones que se alzan en armas, no propiamente por ser parte de un conflicto, son los únicos llamados a responder por el reclutamiento forzado o voluntario de menores de edad en sus filas.Son esos subversivos o de grupos residuales, los causantes de colocar en inminente riesgo a los menores al utilizarlos no sólo como combatientes sino como escudos humanos de su propia protección.

Hoy más que ayer cobra relevancia y vigencia aquella célebre frase pronunciada por el General Douglas MacArthur “Estoy preocupado por la seguridad de nuestra gran nación; no tanto por una amenaza externa, sino por las fuerzas insidiosas que trabajan desde adentro”.

Pildorita Uno. Así tenga ocho votos a favor de la prórroga del plazo de existencia de la Comisión de la Verdad, su alargue, aprobado por parte de la Corte Constitucional, está por completo viciado de absoluta nulidad. 

Pildorita dos. Sí jurídicamente se efectúa el control constitucional al acto legislativo que le da vida a las 16 curules para las Circunscripciones Especiales de Paz, debe ser hundido por la Corte Constitucional por todos los vicios previos que le anteceden.  

Bogotá, D.C octubre 9 de 2021 

BERNARDO HENAO JARAMILLO

Columnista de Opinión. 

Se birlaron el Plebiscito

No debemos olvidar que hoy, hace cinco años, el 2 de octubre de 2016, pese a la publicidad gubernamental y contra todo pronóstico, los colombianos razonablemente decidimos lo que consideramos era más conveniente y justo para el país. Un nutrido grupo de ciudadanos colombianos concurrió a las urnas a votar el plebiscito convocado por el entonces presidente Juan Manuel Santos para aprobar o rechazar el Acuerdo de Paz de la Habana, el que previamente la Corte Constitucional, en sentencia C-379 de julio 18 de 2016, declaró exequible bajo la consideración, entre otras, del principio de participación democrática y del valor político de la decisión tomada por los ciudadanos. Previa ycuestionada modificación del umbral para las votaciones, en una actuación cuestionable, se procedió a votar el plebiscito. La mayoría del pueblo se pronunció por el NO, resultado que incuestionablemente imponía que el mencionado Acuerdo, en un Estado de Derecho democrático, no podía ser aplicado. 

En esa fecha concurrieron a las urnas a sufragar el plebiscito 13.066.025 votantes que arrojaron un 37.43% de participación, obteniéndose 12.808.858 votos válidos, votos nulos 170.946, tarjetas no marcadas 86. 243, umbral 4.536.992 (13%) Los resultados finales fueron por el SI 6.377.464 (49.78%)por el NO 6.431.372 (50.21%.); resultado definitivo e inmodificable que traducía que el pueblo colombiano soberano rechazó por mayoría el Acuerdo de la Habana. 

Ante tan inesperado resultado se cambiaron las reglas y se desconoció la voluntad popular. Previamente el gobierno, a través del Presidente y su negociador Humberto de la Calle, había dejado saber que si el pueblo rechazaba el plebiscito se respetaría su decisión. Empero, ello no ocurrió. En su maquiavélico estilo se dieron a la tarea de revivir el acuerdo de pazderrotado. Y, finalmente contaron, quien lo creyera,con el ingenuo apoyo de los representantes de los vencedores. Éstos, en una posición inexplicable en cabeza del Expresidente Álvaro Uribe, en compañía de Martha Lucía Ramírez, Alejandro Ordoñez y un nutrido grupo de lagartos y lambones, se hicieron presentesen la sede de gobierno para buscar una salida. No se necesitaba ninguna simplemente se imponía respetar la decisión soberana del pueblo. 

Que error de estrategia, de cálculo y por supuesto de credibilidad política de los Vencedores. Es elementalque quien triunfa impone las condiciones y sin ninguna duda, que, si se apertura un proceso de diálogo, quien debe buscarlo es, por supuesto, el perdedor, para este caso, el Gobierno de entonces y la Farc. Absurdo que el vencedor hubiera concurrido a pactar con el vencidoy en su terreno. Ese equívoco hoy lo paga la mayoría del país estruendosamente. Ahí no había que pactar nada, simplemente se debía exigir cumplir y respetar el resultado. Con el tiempo estos vencedores son testigos de excepción del grave atropello cometido al pueblo colombiano y así no lo digan, lamentan haberse prestado a ese nuevo engaño de larenegociación, la que jamás se dio.  

Pero, más grave aún para la institucionalidad y la democracia la posición que adoptó  la Corte Constitucional, guardiana por excelencia de la Carta Fundamental.  Ante ese resultado y su sentencia no era constitucionalmente posible que para salvaguardar lo aprobado en la Habana un pronunciamiento positivo a lo que las entonces subversivas FARC, seguro asesoradas por el abogado español Enrique Santiago y su equipo, reclamaron como garantía, que el acuerdo debía estar por completo blindado constitucionalmente. Es ese, entonces, el antecedente de la expedición del Acto Legislativo 02 de 2017 pomposamente titulado “por medio del cual se adiciona un artículo transitorio a la Constitución con el propósito de dar estabilidad y seguridad jurídica al Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

Ese Fast Track legislativo (Leyes de trámite rápido) que se dio y este inusual acto legislativo de dar estabilidad jurídica a un acuerdo en contravía del querer popular, como si no existiera posibilidad de revisar, adicionar, modificar e incluso derogarlo en todo tiempo por parte de la Rama Legislativa; vaya iniciativa, pero la Corte entró en ese delicado juego de revisar y estudiar la constitucionalidad de ese mal denominado blindaje constitucional para respaldar el indebidamente denominado proceso de paz acordado en la Habana, suscrito en Cartagena el 26 de septiembre de 2016 y nuevamente firmado en el Teatro Colón el 24 de noviembre de ese año. La Corte debía y tenía que estar a la altura del momento y decidir, como se esperaba, por el respeto a la soberanía de la nación que reside en el pueblo. No lo hizo y le dio vía constitucional, a un acuerdo rechazado por completo.

De esta manera se forjó la peor división entre los colombianos, pues, incomprensible totalmente resulta que en un tema tan delicado se haya desconocido la opinión mayoritaria del pueblo para imponer el querer de una minoría derrotada. Cinco años después se confirma que el pueblo tenía la razón que, no es de buen recibo lo convenido en ese acuerdo como que criminales de lesa humanidad se hayan convertido en legisladores sin cumplir una condena previa, sin reparar a las víctimas y muy posiblemente sin intención alguna de no repetición, como lo evidencia la conducta asumida por algunos de sus negociadores;luego, hasta hoy solo tenemos total impunidad, que nos deja muy mal ante la Comunidad Internacional, ungrupo de insurgentes al que se denominó disidentes que siguen sembrando el terror en nuestro territorio y a unas víctimas revictimizadas.

Hoy, gracias al acuerdo rechazado y torticeramente revivido, funciona la Comisión de la Verdad, que a escasos dos meses de vencerse el término epara que rinda su informe, sobre el cual pesan serias dudas de su imparcialidad y su correspondencia con lo realmente acaecido, se sabe que no lo tiene listo, por lo que a través de diferentes organizaciones acudió al concurso de la Corte Constitucional para ampliar su período, lo que según informes periodísticos le fue concedido hasta junio 27 de 2022, al que le seguirá el período  de socialización del informe por dos meses terminando el 27 de agosto de 2022, sin que se encuentre el sustento normativo para adoptar esa decisión. ¿Será que el Presidente de la República y otros funcionarios públicos que ejercen sus cargos durante un limitado período también pueden solicitarle a la Corte Constitucional la ampliación del mismo, aduciendo idéntica circunstancia, esto es, que no pudieron ejecutar sus programas con ocasión de la pandemia? 

Hoy, a cinco años del triunfo del NO, otra entidad que se creo en el mencionado Acuerdo, la JurisdicciónEspecial para la Paz no ha emitido sentencia alguna y aquellas que se avecina se produzcan lo serán contundentes para los actores del conflicto que estuvieron con las FF.MM o fueron agentes del Estado, mientras que los fallos que involucran individualmente a los subversivos se insinúan lo serán en un actuar colectivo como organización. Rampante impunidad, personajes de ese grupo subversivo que la justicia ordinaria había condenado y se encontraban purgando las penas gozan actualmente de total libertad. Las víctimas, esperando, al menos, justicia. 

Mirando hacía el horizonte y hacía todos los costados,  Colombia en este día, no puede conmemorar nada de aquel histórico triunfo que alegremente celebró,  por el contrario,  debemos lamentar y arrepentirnos de no haber actuado para que se cumpliera la voluntad popular, más aun cuando presenciamos sus nefastas consecuencias en estos 5 años y, podemos concluir,sin temor a equivocarnos, que la impunidad sigue vigente, la reincidencia permanente, las llamadas disidencias de las Farc, un problema en auge; mientras que la reparación a las víctimas de medio siglo de conflicto es ninguna y, más grave, un narcotráfico a sus anchas y en pleno crecimiento,sembrando caos y destrucción. Vaya proceso de paz.

Pensando en el cambio inesperado del triunfo del NO cabría preguntarse ¿que hubiese sido de la historia de Colombia si el plebiscito de 1957 que le otorgó el voto a la participación femenina, a través de una renegociación como la ocurrida en el gobierno de Juan Manuel Santos les hubiese quitado el legítimo derecho a votar a la mujer? Lastimosamente los Colombianos actualmente no podemos manifestar lo que otrora dijera Francisco de Paula Santander “¡Qué mayor dicha ni qué mayor gloria que la de pertenecer a un país donde se respeten las leyes, la equidad y el juicio de la opinión pública!”

Bogotá, octubre 2 de 2021 

Bernardo Henao Jaramillo

Columnista de Opinión