Desde diferentes latitudes llegan voces a Colombia previniéndola de los riesgos en que se verá abocada si su pueblo no procede de manera políticamente madura y correcta en las próximas elecciones. Y una de esas amenazas es el populismo, entendido como ese liderazgo personalizado, no institucionalizado, en cuanto considera a las instituciones como limitación a su poder por lo que se debe disminuir su independencia, a la vez que busca su aceptación a través de la polarización predicando que ellos son los redentores y los opositores son el peligro, lo que conlleva a una tendencia hegemónica muy fuerte. Es sin ninguna duda un terrible peligro para las democracias.Entre los promotores del populismo a ultranza ocupan lugar destacado Juan Domingo Perón, en Argentina, quien supo manipular a la clase obrera con su discurso demagógico y, más recientemente, Hugo Chávez, en Venezuela, quien logró convencer a un pueblo para terminar arruinándolo.En Ecuador Rafael Correa sembró un mensaje de odio. Actuó como si fuese la encarnación misma de la voluntad popular. Dividió al país y persiguió y secuestró en Colombia al político opositor Fernando Balda. Esto desembocó en un proceso en su contra. En Nicaragua Daniel Ortega está atornillado al poder. Su gobierno no es reconocido por la comunidad internacional y su reciente reelección fue fraudulenta, tras encarcelar a sus contendores. Evo Morales llegó al poder en medio de una ola de protestas sociales representando a un partido, el Mas, de origen campesino e indígena. Pero se dice que siempre ha primado la voluntad de Morales por sobre cualquier otra consideraciónLos líderes populistas dicen, no representar, sino encarnar al pueblo, al cual muestran como opuesto a las élites políticas. Y, desde luego, a las oligarquías. En realidad, el concepto de pueblo solo hace referencia a aquella parte de la población que tiene plenos derechos civiles y políticos, sin embargo, se lo asocia con otros conceptos como son los de chusma, plebe, populacho, y se le considera antidemocrático. Incluso, irracional, apocalíptico y bárbaro. Pero el populismo reconoce a este populacho y lo transforma en una fuente de virtudes y dignidades apelando a su inocencia y bondad natural. Actúa como si fuese literalmente, la voz del pueblo «vox pópuli». La voluntad del pueblo.Y bajo esa perspectiva intentará, entonces, cambiar las reglas del juego. Este es uno de los mayores peligros que implica. Deteriorará el orden establecido y en su afán de incluir al «pueblo» cerrará los espacios para la oposición. La verdad es que la voluntad del pueblo no existe, como tampoco existe el líder que pueda encarnarla. No obstante, en nombre de esa voluntad cometen mil y un abusos. Se politizan las desigualdades, ahondándolas. Se desconoce el pluralismo al considerar que el pueblo es una masa homogénea.En Colombia este fenómeno se ha visto reflejado fielmente en los alcaldes elegidos en las tres principales ciudades del país, Bogotá, Medellín y Cali. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, ha devenido en defensora a ultranza de cuanta protesta se quiera hacer en la capital, incluyendo bloqueos y destrucción. En su desempeño, ha desmejorado y entorpecido la labor policial y ahora participa descaradamente en política a través de su cuenta de twitter, quedando claro que no es neutral, como debería serlo. La Procuraduría ya le abrió una investigación por esa situación.En Cali el alcalde Jorge Iván Ospina ha permitido la invasión, en la práctica, de las mingas indígenas del Cauca, que han causado serios y cuantiosos daños.En Medellín el alcalde Daniel Quintero, desde el momento mismo de su elección, se dio a la tarea de desprestigiar al sector productivo causando inmenso e irreparable daño a la empresa insignia de Antioquia EPM que significó que la firma Fitch Ratings le bajara la calificación de incumplimiento de emisor (IDR por sus siglas en inglés) en moneda local y extranjera de BBB- a BB+ y mantuvo la perspectiva de la calificación como negativa. De no ser por la intervención del presidente de la república Hidroituango hubiese tenido un final catastrófico.La sociedad civil se ha unido para buscar la revocatoria de estos mandatarios, procesos que han sido objeto de toda clase de obstáculos, lo que de suyo advierte en la necesidad que se tiene de adquirir conciencia de la realidad para utilizar el derecho al voto eligiendo a quienes verdaderamente representen los intereses de la comunidad, sirviéndole a su crecimiento, que no para su propio beneficio. Después, ya es tarde. Reflexión que también debemos hacer frente a los candidatos presidenciales Gustavo Petro y Rodolfo Hernández. Petro cada día vocifera, ataca, amenaza a un sector diferente del país, mientras que Hernández aplica una estrategia igual a la de Donald Trump. Irrespetuoso, retador, irreverente, ofensivo, a veces agresivo, enarbolando la bandera de su lucha que será según dice, contra la corrupción.El populismo no le pertenece ni es ni de izquierda ni de derecha. Quienes lo aplican siembran sin temor a equivocarnos la semilla de la destrucción. No cabe duda, acierta el escritor Mario Vargas Llosa, cuando sentenció para el mundo: “El populismo es el sacrificio del futuro por un presente efímero.» ¿Es eso lo que queremos para nuestro país?Elemental consecuencia de todo esto es la necesidad imperiosa de votar bien en las elecciones que se avecinan. Votar bien consiste simplemente en elegir para ello al candidato que mejor nos parezca teniendo en cuenta, eso sí, que no sea una peligrosa figura populista dispuesta a destruir, en el nombre de una inexistente voluntad popular, nuestra democracia, nuestras libertades ciudadanas
Hora de registrar un buen balance
Por: Bernardo Henao Jaramillo Al retornar de unas felices vacaciones familiares es momento para compartir mi augurio de un exitoso 2022, en el que cada uno de nosotros será el artífice para lograr que nuestro país continúe enmarcando su rumbo bajo el lema Libertad y Orden, pilares esenciales de la democracia y a través de los cuales podemos seguir construyendo el progreso y el bienestar de todos sus habitantes. Para conseguirlo nuestro voto será crucial en las elecciones del Congreso de la República a realizarse el 13 de marzo y en las presidenciales que tendrán lugar el 29 de mayo, en su primera vuelta y el 19 de junio de 2022, en segunda, si es del caso.Como siempre acontece en la actividad previa al proceso electoral se dan toda clase de especulaciones, alianzas y por supuesto de consabidas agresiones y ataques entre los aspirantes, así como de retiros como el ya conocido de Juan Carlos Echeverri. Con la proliferación de listas unas de los partidos y otras por firmas lo que queda claro es que, lastimosamente, nuestra joven democracia no cuenta con unos partidos sólidos. Se mueve más hacia las aspiraciones caudillistas e individuales de quienes aspiran, entre quienes no faltan los que fundan su aspiración en ataques subjetivos al gobierno de turno, encontrando eco en diversos medios de comunicación.Como el balance del gobierno de Iván Duque será factor relevante en la toma de decisión de quienes van a sufragar, necesario resulta un análisis objetivo del mismo, el que resulta positivo, más aún si se recuerda la Colombia que Juan Manuel Santos le heredó a Iván Duque, radiografía que se encuentra en el discurso del Congresista Ernesto Macías del 7 de agosto de 2018, las continúas manifestaciones y paros que se llevaron a cabo a lo largo de su gobierno y la pandemia que se padece desde inicios de 2020.Es evidente que, si bien pueden existir críticas, más predicables en el frente burocrático, lo cierto es que el gobierno de Iván Duque registra reales y efectivos logros y así comienzan a informarlo varios medios y los propios indicadores de gestión. Por supuesto, esto obedece también a la mejora reciente en sus comunicaciones con los medios. De destacar los reportes que dan cuenta de las realizaciones alcanzadas en materia de infraestructura y lucha contra la pandemia, ubicándose en el sexto lugar del índice Bloomberg en el manejo de ésta, por encima de países como Suecia, Reino Unido y Francia, entre otros.Colombia, por otra parte, ocupó el primer lugar en el Indicador de normalidad global de “The Economist”, destacando ese medio los buenos resultados en políticas públicas logrados especialmente en 2021. Además, no obstante el impacto causado por Covid-19 el acertado manejo de la economía permitió un crecimiento de 9,6%, por lo que se consolidó, según el Fondo Monetario Internacional, como una de las economías de América Latina que más crecerá, y de conformidad con las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) sería la de mayor crecimiento.En reciente edición del Offshore BPO Confidence Index se ubicó a Colombia como el país mejor calificado por los ejecutivos de cerca de 100 empresas internacionales de la industria, lo que sitúa al país liderando el índice mundial de confianza para el desarrollo de operaciones BPO.En el campo internacional, que tuvo sustancial mejoría con el acertado nombramiento de la Dra. Marta Lucía Ramírez, quien desde su llegada optimizó las relaciones de amistad y cooperación con los países con los cuales Colombia mantiene relaciones diplomáticas. De destacar la promoción de la mujer consiguiendo el apoyo de la ONU, para convertir a Colombia en el primer país del mundo en emitir bonos de género. En dicho escenario consiguió impulsar la propuesta de crear un índice de libertad económica de las mujeres, que permita hacer un diagnóstico internacional de la situación real y de las necesidades de la población femenina. Aun hoy no se ha valorado en toda su dimensión el logro conseguido en la visita del Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, que permitió conseguir el cierre del examen preliminar a que se venía sometiendo a Colombia, lo que no aconteció en Venezuela. Queda claro que la justicia ordinaria y la transitoria especial, están cumpliendo la labor, más la primera que la segunda pues esta última se encuentra retardada. No haberlo obtenido habría significado que la Corte Penal Internacional le abriese una investigación al país. Esto hubiese sido un retroceso inmenso en materia de su lucha por la preservación del DIH.Se consiguió fortalecer alianzas comerciales con países amigos y aliados estratégicos que contribuyen a la reactivación económica conseguida. Dan cuenta de ello las visitas de Estado del presidente Iván Duque a los Estados Unidos de América, Brasil, la Unión Europea, Emiratos Árabes Unidos, Israel y Corea del Sur. El país gracias a su diplomacia hizo posible la elección de Sergio Diaz-Granados en la CAF, Juan Carlos Salazar como director de la OACI y Carlos Bernal como comisionado en la CIDH. Colombia mantiene las Presidencias Pro Témpore de la CAN, Alianza del Pacífico (AP) y PROSUR, y por último el país consiguió la adopción de la Carta Interamericana Empresarial en la OEA.La agenda del Pacífico, como podría llamarse, es de no olvidar. Se consiguió despertar en Asia y África un gran interés del sector empresarial por invertir en nuestro país, particularmente en los sectores de infraestructura, energías renovables y, de elogiar, la hoja de ruta del hidrógeno verde.Se quedan sin registrar muchas actividades claras en materia diplomática y consular pero lo cierto es que el trabajo cumplido por el gobierno Duque en materia internacional es de significativa importancia y sumado al éxito a nivel interno su reconocimiento se reflejará sin duda en el candidato que represente la continuidad.El avance en proyectos claves de infraestructura, el acertado manejo de Hidroituango, la gratuidad en la educación pública superior para los estratos 1, 2 y 3, la Política Social de Vivienda llegó a más de 350.000 familias colombianas, significativo aumento del salario mínimo y cumplimiento de compromisos adquiridos por el gobierno, muestran que no es con populismo sino con trabajo que se logra mejorar el bienestar de los colombianos, construir un orden legítimo a partir de un Estado eficiente y democrático, que a toda costa debemos preservar en las próximas elecciones. El denominado por la oposición “pseudo presidente” les ha dado una lección de grandeza fincada en su humildad, que le hace ser ya tenido como gran estadista.