
Quienes han investigado las relaciones que deben sostener el Estado y la
empresa privada llegan cada vez más a concluir que una estrecha colaboración
entre las empresas y el gobierno contribuye al desarrollo, pues, acelera el
crecimiento e incrementa la efectividad del estado desarrollista. Se trata de una
acción colectiva.
Esta relación está consagrada en el artículo 333 de la Carta Política al preceptuar
que “La empresa como base del desarrollo, tiene una función social que implica
obligaciones. El Estado fortalecerá las organizaciones solidarias y estimulará el
desarrollo empresarial”.
Ese debería ser el panorama en Colombia, empero como se trata de destruir no
de construir, en el actual gobierno el sector empresarial está cumpliendo el rol del
célebre «patito feo» de Hans Christian Andersen.
Nos relata el cuentista que su madre “lo defendía, pero pasado el tiempo ya no
supo qué decir. Los patos le daban picotazos, los pavos le perseguían y las
gallinas se burlaban de él. Al final su propia madre acabó convencida de que era
un pato feo y tonto”.
En ese mismo escenario se encuentra actualmente en Colombia el sector privado
productivo. En todo momento es perseguido por el gobierno y todos sus logros son
rechazados. Incluso se pretende destruirlos, como lo releva la carta de las Eps
Sura, Sanitas y Compensar que ha dejado saber lo insostenible de su situación,
reclamando una solución inmediata.
Este gobierno, además, ejerce presiones indebidas que rayan en el chantaje al
pretender hacerse con el control de la Federación Nacional de Cafeteros. Pese al
excelente manejo y los resultados favorables de su gestión, en diciembre del año
pasado, pidió que dejara el cargo Roberto Vélez y ahora anunció el presidente
que acabará el contrato con ese gremio para administrar el Fondo Nacional del
Café sino se reestructura, amenaza que reiteró el ministro de Hacienda si la
Federación no accede a la pretensión de que sea retirado el gerente, que es el
huilense Germán Bahamón.
En esa misma línea vale recordar la lucha de un grupo de empresarios que logró
impedir que llegase a la Presidencia Ejecutiva de la Cámara de Comercio de
Bogotá el cuestionado exmagistrado Ovidio Claros, en reemplazo de Nicolás Uribe
Rueda. Se escucha en los pasillos que es muy posible que se le de como premio
de consolación la dirección del Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de
Comercio. El interés en su nombramiento, se dice, sería comprometer el voto de
su esposa, la representante Olga Lucía Velásquez, del Partido Verde.
A más de la indebida injerencia y como un claro rechazo al empresariado fue el
desplante del presidente Petro al no asistir a la clausura del Congreso de la Andi
en Cartagena, pese a la confirmación de su asistencia. Se disgustó por el largo y
sonoro aplauso al Fiscal Barbosa.
La Casa de Nariño informó que “la próxima semana el mandatario se reunirá
con el Consejo Gremial Nacional”, pero el Consejo Gremial sesionó el día
jueves 24 de agosto y el presidente no asistió. La disculpa que se dio desde
palacio fue que estaba «indispuesto». Ya se fijó nueva fecha para este encuentro.
Los continuos incumplimientos del presidente, que ya se acercan al centenar, sin
mencionar sus llegadas tardías, sin excusas o con disculpas que no justifican su
proceder como Jefe de Estado, van en contravía de la misión que como primer
mandatario debe ejecutar; no sólo por la pérdida económica y de tiempo que ese
actuar conlleva, sino por el respeto que merecen los asistentes, máxime los
gremios que mueven la economía del país y generan millones de empleos. En los
anales de nuestra historia presidencial no hay antecedentes de semejante
conducta.
Tanto el Consejo Gremial como los Centros de Pensamiento y la sociedad civil le
decimos al mandatario al unísono que ya es suficiente. Sus presiones, mala
educación y aún grosería desdicen de sus intenciones de lograr la paz.
De otro lado, está impulsando iniciativas contra la propiedad privada como la
«extinción exprés» que no es más que expropiación a futuro, pero sin
indemnización. Todo ello, en su conjunto, puede desembocar en un paro nacional
de enormes proporciones como el que el 10 de mayo de 1957 derrocó al general
Rojas Pinilla y que fue impulsado por el comercio organizado y la industria.
El sector productivo de este país mantendrá en alto la cabeza. No es ningún patito
feo sino un hermoso cisne que, con los impuestos que paga, sostiene al gobierno
que, paradójicamente, le persigue. No se trata de buscar venganza sino respeto y,
por qué no, agradecimiento.
Se supo a última hora que el ministro de Salud no descarta a Carolina Corcho
para presidir la @DirComNueva Eps. Él parece estar cumpliendo cabalmente con
el anhelo del presidente Petro: destruir el sistema de salud.
Pildorita: Ha manifestado el representante Hernán Cadavid que, según anuncio
del propio presidente de la República, se darán beneficios a narcotraficantes, en
cumplimiento del Pacto de la Picota. Se mantiene, entonces, la política de
favorecer a todo aquel que esté al margen de la ley. Impunidad para los
delincuentes y ningún beneficio para los ciudadanos honrados. ¿Así podrá darse
la reconciliación?
Bogotá, D.C., agosto 26 de 2027
BERNARDO HENAO JARAMILLO
Columnista de Opinión